LIMA.- El verso del peruano César Vallejo “Hay, hermanos, muchísimo que hacer”, citado por la directora-gerente del FMI, Christine Lagarde, quedó como sello de la reunión anual que celebraron esta semana en Lima ese organismo y el Banco Mundial (BM) y que concluyó ayer. “Vallejo lo plasmó muy bien. Los viejos paradigmas han perdido vigencia y emergen nuevas relaciones económicas. Esto implica que es momento de oportunidades y acción”, afirmó Lagarde.

Las dos instituciones admitieron que no son buenos tiempos para América Latina: la desaceleración de China, la dependencia de Estados Unidos y los problemas de Europa pesan en países que no han cambiado su matriz productiva y viven de materias primas. Lagarde y el presidente del BM, Jim Yong Kim, eludieron ser específicos en lo que debe hacerse, pero le dieron peso a factores antes relegados, como la lucha contra la pobreza y la exclusión o la necesidad de enfrentar el cambio climático.

Los visitantes no dejaron atrás el viejo recetario del ajuste, pero admitieron que debe haber inversión pública y, por ende, un aumento de la presión tributaria. Uno de los oradores menos proclives a eufemismos fue el director del BM para América Latina, el mexicano Augusto de la Torre, quien consideró que la crisis llegó para quedarse y que hay que hacerse cargo.

El FMI confirmó que para este año se espera en América Latina una contracción promedio de un menos 0,3% y para 2016 se pronostica una cifra positiva, pero menor del 1%. Los expertos advirtieron que no todos los países están igual: Chile, Colombia, Perú y México están mejor asentados, mientras que para Argentina, Brasil, Ecuador o Venezuela parece aproximarse una noche más oscura. El FMI y el BM niegan que sea sesgado presentar a los “alumnos aplicados” como los mejor posicionados. Los números, afirmó un directivo, enseñan más que cualquier ideología. Los críticos del FMI y el BM organizaron en paralelo el foro Desmintiendo el Milagro Peruano para demostrar que el anfitrión no les debe éxitos a las políticas “neoliberales”.

La reunión anual, que se celebró por primera vez en 48 años en América Latina, tiene un formato distinto al de las cumbres. En lugar de un tema central y de pronunciamientos específicos, los visitantes, unos 12.000 de 188 países, se reunieron en diversos foros. Por eso lo que comenzó el martes se fue diluyendo y, en las últimas horas, ya se veían pocas personas en el centro de convenciones.